miércoles, 8 de mayo de 2013
Economía de Carurú
La economía de Carurú tiene como cimiento la economía indígena de aprovechamiento de la selva. Dado que la población mayoritaria del municipio es indígena, sus comunidades mantienen ciertos aprovechamientos ancestrales de la selva como es la chagra, la pesca, la caza y el aprovechamiento forestal para autoconsumo y para producir un pequeño remanente para intercambiar. Han dejado de producir ciertos artefactos como ollas de barro, por conseguir otros más fácilmente traídos por los colonos.
Sobre esta base económica se han venido montando varias bonanzas. Una muy fuerte fue la del caucho. Luego siguió la coca. En la coyuntura actual se ve en declive la bonanza de la coca por fumigaciones y presencia de la fuerza pública. Esta presión sobre el cultivo ilícito ha puesto al municipio en una coyuntura económica preocupante. La presencia de la guerrilla de las FARC, que se beneficiaba de los cuantiosos ingresos de este cultivo, dificulta implementar otros renglones de la economía como el turismo.
Parte de la población dedicada a estos cultivos se está yendo del municipio. A Mitú han llegado varias familias indígenas desplazadas desde Carurú.
Si bien las comunidades indígenas tienen la posibilidad de retraerse y volver a su economía tradicional los raspachines colonos vuelven a sus lugares de origen o bien buscan continuar con su trabajo en otros territorios.
Por último, la economía del casco urbano tiene una gran dependencia de las transferencias de la nación que por diversas vías llega al municipio.
ECONOMÍA TRADICIONAL INDÍGENA: LA CHAGRA
La producción de las comunidades indígenas está basada en el cultivo de la tierra, la agricultura itinerante, la recolección de frutos del monte, la pesca y una decreciente cacería, puesto que los territorios no producen la misma fauna debido a que los ecosistemas han ido cambiando por la tala indiscriminada que se ha hecho para el cultivo de la coca.
Y es que, con excepción de los periodos de bonanzas transitorias introducidos en el Vaupés, Carurú históricamente se ha mantenido bajo una economía de subsistencia, ya que las particularidades de su ecosistema normalmente no ofrecen suficientes excedentes de producción que les permita competir en los mercados nacionales. Por tal motivo, la principal actividad económica de la región se basa en el modelo tradicional indígena.
Por eso es que al hacer una descripción de los principales aspectos económicos de esta zona, se debe tener en cuenta su relación con las prácticas socioculturales desarrolladas por sus habitantes, además de su interrelación con el medio ecológico en el que se desarrollan. Como bien se sabe, la selva húmeda tropical, no ofrece mayores posibilidades en el desarrollo de cultivos que sobrepasen las necesidades de consumo diario por el bajo nivel de fertilidad de los suelos. Partiendo de tal premisa, las sociedades indígenas debieron implementar diversas estrategias de supervivencia a nivel productivo.
La principal respuesta adaptativa a estas limitantes se encontró en el uso de la agricultura migratoria en la que mediante domesticación de especies nutricionalmente poco exigentes, de ciclo corto o altamente competitivas, se mantienen vivas y productivas frente al rápido desarrollo de la vegetación sucesional. La “Chagra” se convirtió entonces en el espacio agrícola por excelencia, que normalmente abarca un área que varía entre ½ y 2 has, sembradas con diferentes variedades de yuca mezcladas con árboles frutales arbóreos y especies hortícolas y frutales de corto ciclo. Las chagras ocupan lugares continuos y normalmente cada familia posee 2 a 3 de ellas en producción y un área destinada al siguiente establecimiento de ella. Esta característica es también una estrategia frente a otro tipo de contingencias como la aparición de plagas, de enfermedades o la ausencia de verano. Adicionalmente, las familias poseen barbechos (espacio resultante del abandono de una chagra) en donde se recolectan frutos.(Covaleda, López, Sánchez: 1996: 72)
La chagra tiene como una de sus principales actividades la horticultura de tubérculos. El producto más común de sus cultivos es la llamada Yuca Amarga o Mandioca (Manihot Utilissima o Manihot esculenta, Grantz). Su particularidad de crecimiento seguro, le ofrece manutención en las épocas de sequía y cierta estabilidad alimenticia. Sin embargo, las costumbres en cuanto a producción han venido cambiando, ya que por poner un ejemplo reciente, hombres y mujeres por igual prefieren ganar unos pocos recursos ´raspando´ coca, ya que resulta más ´rentable´ que sembrar. Esto ha dado pie a que se vayan acabando las chagras. Anteriormente el trabajo de la chagra requería de una labor familiar, donde la mujer era la que más aportaba, encargándose de la siembra, deshierbe y recolección. Ahora es común que las mujeres jóvenes no quieran saber del trabajo en la chagra.
TRANSITORIEDAD DE LAS BONANZAS
A no dudar, uno de los factores dinamizadores de la economía en esta zona se ha basado en las oleadas cíclicas de las llamadas ´bonanzas´. En la primera década del siglo XX se inició con el caucho negro, usado como materia prima para fabricar elementos básicos de la industria europea, como zapatos, impermeables y otros accesorios, además de ruedas para bicicletas, aeroplanos y automóviles, piezas para máquinas de transporte, la amazonía se convirtió en el mayor abastecedor del látex, con cerca de un 90% de la producción mundial. No obstante, con el término de la segunda guerra mundial decae el mercado cauchero por los productos de las plantaciones de los holandeses, quienes llevaron a sus colonias en Oceanía y de los ingleses que las llevaron a Asia, las semillas del caucho americano, restableciendo parcialmente la producción tradicional. (Flórez, María y Bermúdez, Marco: 1998: 15).
Sin embargo, ya desde 1950 la actividad peletera reemplazaba la extracción del caucho. Muchos indígenas de esta región se vincularon activamente con este negocio ante la alta demanda de pieles de tigre, tigrillo, nutria y cachirre, por parte del mercado europeo con el apogeo de la moda internacional. Este periodo se conoce en estas zonas como “los días del tigrilleo”.
Y es a partir de finales de la década de 1970 que la región vio crecer de forma desmesurada una nueva bonanza: la explotación y comercio de la hoja de coca . Resumiendo, cada una de estas bonanzas extractivas y colonizadoras generó una transformación no sólo en los medios y modos de producción económica, sino también en el uso del medio y las relaciones sociales.
REESTABLECIMIENTO ECONÓMICO Y TRANSFERENCIAS
Finalmente, y antes de pasar al análisis pormenorizado de los diversos sectores económicos, habría que decir que las bonanzas incidieron decisivamente en los habitantes. Quienes no pudieron soportar sus bajones regresaron a sus tierras natales y quienes se enraizaron están tratando de buscar salidas viables en términos productivos a la paupérrima situación actual. De a pocos, y presionados por la necesidad han ido reestableciendo la economía tradicional de la región, sin embargo por no tener la misma rentabilidad de los monocultivos anteriores, un alto porcentaje de la población se ha vuelto dependiente de la burocracia administrativa local y otros más se dedican al comercio.
En síntesis, en este “proceso de restauración”, hay una gran dependencia de los recursos de transferencias estatales. La región tampoco presenta una condición económica que pueda garantizar su autosostenibilidad y que por consiguiente pueda generar un proyecto de desarrollo; ello ha dado pie para que el DANE en uno de sus informes haya calificado al departamento del Vaupés con un 93.1% de pobreza y un 40% de miseria según los índices establecidos de necesidades básicas insatisfechas.
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